lunes, 19 de diciembre de 2011


Intangible

Cuantas veces he imaginado tu voz llamándome,
tus manos tocando mi rostro secando mis lágrimas con tus dedos;
cuanto tiempo debo soportar el estar solo, mi mente día a día se nubla
y  por las noches en los momentos de soledad me aferro a mi fe,
ruegoa un Dios que tal vez no existe pero... yo le doy el beneficio de la duda.

Mi cara se torno pálida desde tu partida y frío mi cuerpo;
me dejaste solo en un mar de gente
pero ningún mortal como tú.
¡Alejandro despierta despierta! No puedes estar muerto.
No veo mi reflejo en el espejo, no encuentro mi sombra en la pared,
hablo y nadie me escucha mi voz se confunde con el viento
tus ojos no me mirarán más.