martes, 25 de marzo de 2014

Los días pasan, tan largos, sin piedad, con su dama la noche y el silencio llena
mis oídos, todo acalla a mi alrededor; más en mi mente me perturba un ruido
atormentador, las hojas del invierno caen sin destino ya alguno,
 tan silenciosas, tan taciturnas;  dando fin a su cometido y dando vida al mismo tiempo, 
muy lejos son arrastradas por el viento de su lugar de vida, muerte y
descanso.

En alguna parte una historia está por empezar mientras algunas otras dan fin y tal
vez algunas ponen tres puntos de continuará, sin percatarse de lo azaroso del
tiempo y el ya usado “impredecible destino”. Mientras algunos entonan al viento
una oración acompañada de la llama finita de una vela, oraciones, plegarias,
favores a una deidad gastada y distorsionada por el tiempo algunos otros mandan
maldiciones. Algunas oraciones despiden a seres queridos que ya han perecido en
esta tierra dando lugar a otra nueva vida en la misma muerte; lo que conlleva
una especie de soledad llamada "ausencia"; todas las ausencias lleven consigo un poco de tristeza.

Algunas miradas son como nubes, tan transitorias; y las miradas como nubes a veces; solo a veces suelen llover...
Date bien cuenta mírate en mis ojos oscuros, aunque ellos miren la más hermosa noche
mi mirada solo refleja tristeza, francamente no pretendo ganar una herida más,
si no todo lo contrario ganarme a mí mismo sin perderme está vez. Deseo tanto
recuperarme en tus labios, ellos acallan mis penas.

Todas las ausencias lleven consigo un poco de
tristeza, toda tristeza es posible lleve un poco de lagrimas; las lagrimas más
amargas llevan dentro un poco de nuestra alma desbordada.


Se dice que los poetas en cada escrito nuestro ponemos un poco de nuestra esencia y la verdad es que no,
no ponemos un poco de nuestra esencia; si no un trozo de alma en cada verso; en cada sencilla palabra
formando un verso una emoción.

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