jueves, 10 de octubre de 2013

Tres días sin ella


El sol golpea mi rostro sin piedad; atravesando el vidrio de la ventana de mi habitación, la cual refleja una claridad extraña, una paz mortuoria. Me levanto de la cama con dirección al espejo, a mis 27 años el reflejo muestra a alguien más viejo y ojeroso, aspecto desde casi media semana, toco mi rostro como comprobando que el reflejo pertenece a mi persona; pero el taco confirma lo que mi mirada sabe.

El despertador  suena a su hora habitual 8:00 am; pero yo le he ganado desde hace tres días, somnoliento me dirijo a la cocina a prepararme una taza de café; lo bebo cual agua simple y sin demora, el tiempo pasa; mientras tanto el teléfono suena por cuarta vez esta mañana y después de tres días lo cojo sin emoción alguna, solo escucho un “Hola,como vas; hace tres días no te presentas a trabajar”, la voz del otro lado de la línea recibe mis silencios por respuesta; silencios seguidos del acto decolgar; “no es la voz que deseo escuchar”pasa por mi mente.

La mañana se escurre dando paso al atardecer, las sombras empiezan a plasmarse en las paredes blancas y una que otra en mi mente, y  yo…sentado aletargado casi taciturno, me levanto del sofá y asomo el rostro por el ventanal de la sala; miro el reloj 6:30 pm, y casi no hice nada; excepto ir a hacer algunos pagos y recibir flores como si fuese yo una chica que intentan seducir a la antigua. Mis ojos se pierden entre el color naranja rojizo de la tarde. El viento mueve mi pelo y se lleva una lágrima que sale sin previo aviso de mis ojos.
De repente un olor golpea mi sentido del olfato; el cual reconozco sin demora, el perfume que nunca olvidaré; que profana hoy mi nariz y acelera mis latidos, no tan lejos escucho unos tacones que aceleran aún más mis latidos hasta ponerme ansioso, pero no pertenecen a ti, la dueña del olor como de los tacones es una chica apresurada por el tiempo; mira su reloj abordando un taxi.

Son ya 6:58 las sombras de la tarde se apoderan de un agonizante día, “6:58 pm hace tres días murió una parte de mi” pensaba, me distrae de ese pensamiento un apetito; mi cuerpo exige comida y no la tortura de mis pensamientos; preparo algo ligero, ceno con la compañía de flores y su aroma; en su mayoría rosas amarillas…”eran tus favoritas”, no soporto el olor y los recuerdos me rodean como depredadores dispuestos a despedazarme, dejo el plato a medio terminar y voy a la “seguridad” de mi cuarto.
No soporto más  y me derrumbo en lágrimas, mis ojos no lo soportaban, sollozo, berreo de angustia de ti; el dolor es tal que golpear a la pared con los puños es casi imperceptible, dueles más tú.


Camino en la habitación hacia la ama; en el trayecto intento cubrir mis ojos con las palmas de las manos, la idea de no volverte a ver duele, no asimilo tu adiós, aún desde hace tres días espero cruces el umbral de mi puerta pero la realidad no será así, ya no escucharé tu vos al teléfono, ya no despertaré junto a tu como solíamos hacerlo, ya no volveremos a cenar juntos, seguiré regalándote rosas amarillas pero no veré más tu rostro de sorpresa y alegría, ahora desde hace tres días duermes sola; bajo tus cobijas de tierra, tus manos no tocarán mi pelo mientras me besas, son ya tres días de tu colosal partida, aún recuerdo tus labios rosas combinaban con tu pelo negro que a su vez resaltaba con tu féretro. El llanto y

el cansancio me hacen quedarme dormido, son tres días sin ella y ya así será el resto de mi vida.

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